martes, 18 de septiembre de 2012

Lo más cerca que estuve del paraíso, de Alberto García-Alix

Fotografiar a los que tienes cerca, al fin y al cabo es lo que hace Alix, lo que pasa es que su vida no es como la nuestra y cuando él se va de vacaciones a Formentera se encuentra con gente de esa guisa, que son los que tiene cerca, amigos o amigos de sus amigos. Si vamos nosotros de vacaciones a Formentera solo vemos turistas italianos, chicas en topless, chiringuitos y un mar transparente.

Quizá el tipo de vida que ha llevado Alberto García-Alix le hace mirar de otra manera. Todas esas drogas, fiestas, chicas, broncas, probablemente hayan conseguido el sosiego de la vista, que hace que la mente se centre en lo verdaderamente importante de las personas, o al revés, y si eres fotógrafo, lo único que quieres es captar eso, Alix lo hace. Claro, no lo hace en cinco minutos; estos retratos son el resultado de veinte años yéndose a Formentera a olvidarse, o a recordarse, o a perderse, o a follar… y todo lo ha fotografiado.

Este es el libro de una exposición de Alix en Mallorca. Yo me lo compré en Formentera, (por 36€, seis euros más que en la península), en busca de una inspiración que había perdido intentando hacer un reportaje sobre la isla para mi agencia italiana… en cinco días. En el libro encontré la inspiración, sí, pero también encontré la gran decepción de descubrir que las grandes fotos no (siempre) se hacen en cinco días, que mi vida es normal, y que necesito bajar tres marchas para reflexionar un poco ante las cosas y ante las personas que se me ponen por delante, reflexionar, un poco más, mirar, un poco más y juzgar… un poco menos.

Puede que si llamo a mi agencia y les digo que necesito veinte años para hacer un buen reportaje sobre la isla me digan que tengo razón y que me tome el tiempo que necesite, pero que mientras tanto… “pásanos lo que tengas”.

Así es la vida en la que yo vivo.

domingo, 15 de julio de 2012

Motel Fetish, de Chas Ray Krider

Me ha entusiasmado este trabajo. Estuve hasta altas horas de la noche de ayer mirando este libro, incluso me levantó de la cama para montar el chiringuito y probar a ver si podría hacer yo algo parecido, ¡y podría cualquiera! No es difícil. Chas Ray utiliza una Hasselblad y la luz de varias lámparas (con mampara) que compra baratas y se las lleva a las habitaciones del motel para hacer las fotos, con dos o tres lámparas tiene el temita solucionado, y el balance de blancos de los negativos que usa son para que la luz artificial parezca luz día (ISO100 para tungsteno, o Kodak VC ISO 160), debido a la poca sensibilidad de la película Chas dispara con trípode a velocidades lentas (según él, a 1/2 f/5.6), esto requiere que la modelo se esté quieta durante el disparo, y, bueno, hay posturas en las que lo de estarse quieta durante medio segundo no es tarea fácil.

Chas Ray vive en Columbia, Ohio, y empezó a hacer Street Photography, pero al parecer esa zona donde él vive es bastante insulsa y no le motivaba lo suficiente, así que con el tiempo empezó a hacer fotos de chicas y se le ocurrió este tema, gran idea my friend, utilizar un motel de carretera como marco, o como hilo narrativo para hacer las fotos que quería, de chicas en posturas sugerentes... o quizás lo del motel fuera solo una buena excusa (para hacer las fotos).

La estética es muy cincuentera, pero él asegura que todo es contemporáneo (hablamos de 1995-1998), eso sí, los moteles están escogidos con pinzas y él añade algo de atrezzo que, parece que no, crea un buen ambiente. Un paquete de cigarrillos Pall Mall, un vaso chato de whisky con hielos, una moqueta llamativa; elige sus habitaciones por los colores, esos colores que mantienen algunos moteles desde hace treinta años; verdes, rojos, cremas, alberos oscuros, todos juntos crean el ambiente adecuado, y aunque los planos son bastante cerrados siempre hay algún elemento que invade el encuadre y que da cariz a la narrativa de la habitación. Nada es premeditado, este tío lo tiene todo bajo control y es muy meticuloso.

¿Habrá visto Helmut Newton este trabajo? No lo juraría, porque parece ser que Chas Ray era bastante desconocido, hasta que una revista se interesó por este trabajo y lo quiso publicar, después de eso su fama empezó a crecer en los EE.UU., hasta que se hizo amigo de Eric Kroll y éste le presentó a Benedikt Taschen, que se interesó por él y publicó este libro.

Hay que decir que Chas Ray envió años antes su trabajo a Taschen y que le respondieron: "Ni se le ocurra enviar más trabajos". Toca un poco los webs que años más tarde sea él mismo el que te acepte el mismo trabajo que te rechazó, quizás ese tal Taschen no estuviera preparado para apreciar este tipo de trabajos y, con el tiempo, la experiencia (o los negocios) le hayan hecho cambiar de opinión.

sábado, 14 de julio de 2012

Ed Fox

Esta es la portada original que se puede ver en las tiendas...

... y esta es la portada con la que veréis este libro en manos de alguien con gabardina en el autobús. Resulta que la "chaqueta" de la portada es reversible. Curioso.

La historia de Ed Fox que cuentan en la introducción me resulta bastante interesante: un tipo que quería ser arquitecto pero que no le llega la nota pierde el norte y se desespera sin saber a qué va a dedicar su vida, un día, mirando una Playboy, decide que quiere ser fotógrafo de esa revista y pone todo su empeño en ello. Se apunta a una escuela de fotografía pero en un par de meses pone a todo el mundo en su contra, profesores y alumnos, porque explica claramente que quiere ser fotógrafo de Playboy, ni siquiera en el taller de fotografía de desnudo encuentra a alguien que quiera posar para él. Al acabar la escuela se pone manos a la obra y contacta con algunos de los fotógrafos consagrados de la famosa revista, pero tiene mala suerte porque son consagrados, y están retirados. Un día un agente de modelos de Hollywood ve su trabajo y le gusta, éste le ofrece a sus modelos para que siga desarrollando su trabajo y de repente se encuentra en un paraíso de portfolios de chicas dispuestas a posar para él desnudas y cumpliendo sus más oscuros deseos. Después, un editor ve su trabajo y le gusta tanto que le ofrece trabajar para su revista de manera exclusiva, la revista era Leg Show, y a partir de ese momento Ed Fox se convierte en alguien en el mundo de la fotografía erótica. Hablamos de Los Ángeles, y de mayo de 1997, "un mes después, el 25 de junio, Elmer Batters murió".

Es importante mencionar a Elmer Batters porque Ed Fox se erige como continuador de su obra, dada su igual obsesión por los pies femeninos y por hacer cosas con ellos.

En fin, Ed Fox tiene en este libro algunas fotos muy buenas, como las que he escogido aquí, pero las demás son bastante vulgares, aunque imagino que en su gremio será lo más parecido a un crack porque las modelos enseñan lo que tiene que enseñar pero la iluminación y algunos encuadres son dignos de revista de moda.

12'99€.

The little book of big breasts, de Dian Hanson

Pues eso, un libro de fotos de chicas en canicas y una buena excusa para comprar porno, ser fotógrafo, claro. Ojo, esto es un libro, no una revista (aunque daría igual, pero queda bien decirlo ;-).

Este es el hermano pequeño de "The big book of Big Breasts" que editaron hace ya un año más o menos y que era bastante más caro (50€ VS 7'99€); no sé si el grande se vendería o no, pero tenía la gracia de poder quitarle el sujetador a la chica de la portada.

En fin, ¿qué decir de un libro como este sin caer en clichés ni en un mal gusto refinado? Ni puta idea. Cuando compré este libro (y otros como este, de los que sabréis pronto), pensé que iba a aprender cómo iluminaban antes los fotógrafos un desnudo o cómo se desenvolvieron las revistas porno desde los cuarenta hasta hoy en día, o algo así, pero no, el libro es simple: chicas con las tetas gordas y ya. Entonces pensé, bueno, pues vamos a disfrutar de las vistas, pero claro, después de ver unas cuantas fotos de tetones empecé a darme cuenta de que lo que importa no es realmente el tamaño, sino la forma; un pecho bonito es un pecho bonito, quant més gran millor, of course, pero es la forma lo que importa, aunque me hizo falta ver unas treinta para darme cuenta (jeje). Lo "malo" es que las formas bonitas suelen encontrarse en pechos pequeños. De todas maneras, no deja de ser una obsesión masculina eso de toparse con un buen par de melones y meter la cabeza dentro (*Esto es un cliché, ¿no?*).

¿Quizás fuera esta la fotografía que educó a Helmut Newton? Podría ser, pero aquí no he visto ningún reflejo de obsesiones o fobias personales, que el fotógrafo haya querido plasmar en una situación en la que el rol de la religión fuera relevante en una sociedad que bla bla bla... He visto fotos de chicas desnudas en poses que intentan ser sugerentes y con iluminaciones y composiciones más o menos logradas (unas más y otras menos). ¿Inspirador? Sí, según se mire. Yo he aprendido que un desnudo puede no ser elegante sin ser insultante, todo depende de la mirada y la actitud de ambos, fotógrafo y modelo, y de saber si quieren transmitir algo o simplemente lo hacen por dinero o por diversión.

Y eso me llama la atención: ¡Realmente hay personas en el mundo que se ganan la vida haciendo fotografías de chicas desnudas! ¿Cómo lo consiguen? ¿Cuál es el camino que empuja a un fotógrafo a especializarse en eso? Imagino que como el camino de un fotógrafo de guerra, o de moda, o de arquitectura: simplemente centrarte y no dejar de hacer fotos de lo que te gusta, sea lo que sea; quizás uno no sea muy bueno, pero tengo la firme convicción de que uno debe hacer lo que le gusta, aunque no sea el mejor; de hecho estos fotógrafos que aparecen aquí no son la polla, pero mira, les han editado un libro (quizás por la importancia que ha tenido en la sociedad mundial que imágenes como estas se publiquen en revistas y libros y hagan mover una industria muy productiva).

Ah, por cierto, también hay un "Pequeño libro de grandes pollas"... quizá me lo compre.

viernes, 13 de julio de 2012

Pin-Ups, de Bernad of Hollywood

Este es un libro sencillo, pero que te descubre alguno de los grandes secretos de la fotografía más tradicional, bien por los comentarios que Bernard escribe al lado de cada foto, o por los breves textos en los que te explica algunos consejos para hacer buenas fotos de chicas, o bien por los curiosos esquemas de iluminación que desvelan cómo el fotógrafo puso los flashes, o los reflectores. Aunque no estoy muy contento con estos esquemas, porque he descubierto que no son del todo ciertos, sobretodo cuando habla de reflectores, pero bueno, por lo demás está muy bien.

¿Qué es una Pin-Up?
Según Bernard of Hollywood, es "una chica joven, pero con las curvas donde corresponde, y con las piernas muy largas", además de hacerlas un pelín más largas con un par de trucos que explica en el libro. Una Pin-Up es también una modelo cuya foto va a estar colgada de la pared (taquilla, armario, etc.) de alguien durante mucho tiempo sin que el espectador habitual se canse de mirar; esto, dice, es lo que buscan los directores de arte de empresas de calendarios, por ejemplo, pero se podría trasladar a lo que buscan los editores de revistas para sus portadas: fotografías simples, que funcionen bien y que dejen al espectador un espacio para imaginar.

El sexo vende, eso lo sabemos todos ya a estas alturas, pero resulta que la obsesión del hombre norteamericano por los pechos grandes se vio mermada a partir de 1933, durante el New Deal y la depresión post crack bursátil al prohibir enseñar mujeres desnudas o en topless en publicaciones como revistas o periódicos, así que surgieron las Pin-Ups: mujeres sugerentes, con ropa ajustada que permitía ver la figura femenina claramente sin enseñar carne, más allá de lo que se podía ver en las playas de la época. Y con ello toda una cultura de la nueva mujer americana que alegraba la vista a los valientes soldados durante la II Guerra Mundial, que se mataban a pajillas mirando chicas vestidas (jeje). Luego acabó la guerra y, claro, volvieron a la realidad, volvieron a ver a las mujeres normales, más bien grandes (pensemos en las americanas de rancho que habían trabajado duro durante la guerra) y a relacionarse con ellas de nuevo, dejaron a las novias de papel colgadas en sus taquillas para reanudar sus vidas con las mujeres de carne y hueso que les estaban esperando en casa. Las revistas se volvieron todavía más conservadoras e incluso eliminaron la ropa ceñida de las modelos. Pero a partir de los cincuenta ya empezaron algunas revistas a enseñarlo todo del cuerpo de las mujeres... y de ahí hasta el porno de hoy en día.

Toda una evolución. Es interesante ver sus comienzos.

martes, 3 de julio de 2012

Émile Savitry, un fotógrafo de Montparnasse

Este libro se editó para la exposición del Muvim, en Valencia, pero yo me perdí esa exposición y un día tuve la suerte de encontrármelo en uno de los montones debajo de las estanterías de Railowsky.

A primera vista pensé: "Bueno, un libro más de fotos en blanco y negro de los cincuenta o por ahí", pero lo que me convenció para llevármelo fue que al ojearlo descubrí un par de fotos tremendamente bien iluminadas con flash; una era una imagen de una calle iluminada con varios focos (pensé: "¡Cómo se lo curraba este hombre!") y la otra, el retrato de un señor apoyado en lo que parecía la puerta del comedor de su casa con la mirada perdida hacia la habitación donde se encuentra el fotógrafo.
La foto de la calle resulta ser el rodaje de una peli, obviamente la iluminación no la puso él, pero me interesó igualmente porque delataba la colocación y los ángulos de los focos que había puesto el director para rodar la película. El retrato sí es absolutamente de Savitry, y me encanta cómo utiliza los flashes.

Pero, ¿quién es Savitry? Savitry somos todos nosotros, Savitry es un fotógrafo que hacía buenas fotos, con buenos contenidos, pero que no consiguió sobrepasar esa puta línea que nos separa de la fama, o del reconocimiento más allá de la gente de tu ciudad y de la ciudad de al lado. Savitry hacía fotos de actualidad, noticias, fotos de famosos, trabajaba para una gran agencia (Rapho) y se codeaba con personajes de la alta sociedad, pintores como Miró, artistas, otros fotógrafos enormemente conocidos como Capa o Cartier-Bresson, en fin, uno de esos fotógrafos que, como muchos de los fotógrafos hoy en día, forman parte de "la movida" pero no son "la movida"; creo que quizás por eso el Muvim le rescató para una exposición, para que nos veamos reflejados en el retrato de un fotógrafo cualquiera, hace cincuenta años.

Hoy en día casi todos nosotros hemos ido a Perpiñán, a Arles, a Paris Photo, hemos estado buscándonos la vida en galerías de Berlín, en agencias de Londres, pero seguimos sin pasar esa puta línea que hace que en lugar de ser productores de imágenes, seamos consumidores de imágenes y así pasemos a formar parte de esa grandísima masa de fotógrafos que, por la moda, por los adelantos técnicos en imagen digital o por una tendencia mediática que nos empuja a "expresar nuestros sentimientos mediante la imagen", seamos los que realmente mueven esta gran industria que es la fotografía y el diseño.

Savitry fue el ejemplo, sino el aviso, de que hordas de fotógrafos "wannabe" intentarían alcanzar sus "quince SEGUNDOS de gloria" con una cámara, como resultado de la explosión y proliferación de la cámara digital y su contagio en todo el planeta. Como igualmente ocurrió con Kodak hace ya un siglo, "es tan fácil".

¿Y luego qué? ¿Los que sean suficientemente buenos, tendrán exposiciones que les recuerden dentro de veinte o treinta años? ¿O la fotografía habrá evolucionado de manera completamente diferente a como hoy prevemos, o peor, habrá pasado de moda?

Ya veremos. De momento, disfrutad con la iluminación, encuadres, o con lo que queráis de Savitry, mientras la fotografía siga viva.

miércoles, 20 de junio de 2012

C-Photo #4

¿Lomo azul? ¿Fotografía latinoamericana? A primera vista ya estaba pensando que no me iba a gustar, pero he de reconocer que me ha encantado, y que me ha dado una lavada de cara a todos mis clichés sobre la fotografía de esos que hablan como nosotros, pero piensan como americanos.

Primera página:
Vik Muniz escribe unas palabras, ya me va gustando.
Segunda página:
Martin Parr es el editor invitado, esto se pone bien.
Empiezo a ver los reportajes y, bueno, normalitos los dos primeros, pero a partir del tercero la cosa cambia, el libro se torna interesante, y acabo el libro pensando que la fotografía latinoamericana está por descubrir por todos los europeos y que lo único que se nos ha enseñado no es lo mejor que tiene América.

Como ya he dicho alguna vez, las historias que mejor funcionan en fotografía son aquellas que nos enseñan las vidas de otros, vidas que desconocemos por completo y que nos convierten en voyeurs involuntarios, empujados por una tremenda curiosidad, y algunas de las historias que nos muestra C-Photo#4 tienen todos los ingredientes para tenernos enganchados al "cotilleo" de querer saber más sobre el personaje principal.

¿Cómo es posible entonces, que Ana Casas Broda haya conseguido sacar a la luz sus más íntimos apuntes sobre lo que como cada día durante ocho años? ¡Yo no sé si podría!, es algo completamente personal, creado sin los artificios que utilizamos los fotógrafos en nuestro trabajo y con un fin muy concreto: ¡verse!

¿Cómo ha coseguido Irina Werning meterse en la vida de tanta gente para reproducir sus fotos antiguas y copiarlas con los mismos personajes ya de adultos? (Sin mencionar la capacidad técnica y estética de imitar los vestuarios y el retoque casi a la perfección).

En fin, desde esta parte del Atlántico, mi enhorabuena a los fotógrafos latinoamericanos, estos y todos los que no he visto, y perdón por mis prejuicios.

¡Gracias!

...

(Y gracias a Elena Ochoa por ponerlos todos juntos en un solo tomo... y por esta colección que, excepto el #2, parece que empieza a "salirse" ;-)